viernes, 29 de marzo de 2013

La Ciencia en la Creencia. El Proceso de Investigación Científica Entre Psicoanálisis y Religión.

Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.

Freud definió al psicoanálisis, junto con la educación y el gobierno, como la profesión imposible; esto partiendo del principio que los tres pretendían convertir al hombre en alguien que pudiera reconocerse a si mismo y por ende regularse.

Educación y gobierno encuentran su máxima expresión en la religión ya que esta se constituye como la cúspide de ambos, pues no solo enseña al hombre como debe comportarse sino también como debe pensar.

El psicoanálisis podría colocarse como ajeno a esta concepción ya que busca la libertad del individuo y además, epistemológicamente, tiende a la independencia. “Relacionar ambos términos, así como los campos que éstos designan, parecería implicar su conciliación o su oposición, mientras que, por el contrario, la validez epistemológica y la eficacia práctica del psicoanálisis dependen de la afirmación de su autonomía.” Kristeva, J. (1986: 9).

La idea de estudiar la religión a través del psicoanálisis parte de la similitud de sus procedimientos pues en ambos es la palabra la que se reviste de considerable importancia ante la demanda formulada a un otro; incluso sus contextos y dispositivos llegan a ser casi idénticos: Ambos requieren de un espacio apropiado (ya sea consultorio o templo) y la palabra dirigida se hace desde la intimidad (al psicoanalista se le tiene a la espalda, mientras que de la figura religiosa solo se tiene una simulación) hacia la incertidumbre que se reviste de la ilusión y la esperanza de respuesta (del psicoanalista se aguarda también su palabra mientras que del Santo se espera una señal); así mismo suele acudirse a ellos a raíz de un malestar o sufrimiento para el cual uno mismo se considera imposibilitado para solventarlo.

Sin embargo esta analogía es solo aparente ya que etimológicamente son opuestos:
Etimológicamente, el análisis es una disolución: ana, de abajo hacia arriba, a través; presente; aoristo, elüsa F. lüsō, destruir, desatar, disolver, pagar; lat. luō, pagar expiar; solvo, desatar, de se–luō; verbo skr. lu–na–ti, partir, dividir, aniquilar; got. fra–liusan, perder; lat. luxus, luxado; etcétera. Kristeva, J. (1987: 21).

Religión en cambio tiene tres sentidos distintos que pueden ser abordados.
Hay varias acepciones sobre el origen de la palabra. Según el mismo Cicero provendría del prefijo “re-” – “de nuevo” y “legere” – “leer”, en alusión a la tradición de las cultos y místicas de la época en donde se releían los textos sagrados.
Otros proponen que viene también de “re-” pero con el verbo “ligare” (de raíz indoeuropea *leig- “unir, ligar”) aludiendo al objetivo de las religiones de “unir o acercar a la persona con dios o los dioses”. Esta teoría era bastante popular entre los filósofos clásicos, especialmente los platonistas. Sin embargo no se llega a entender por que es “religio” y no “religatio”, que conservaría mejor la forma original del verbo.
La última teoría es que esté emparentada con el adjetivo “religiens” – “cuidadoso” opuesto a “negligens” – “negligente”, también compuesto por “re-” y “legere” – “leer, seleccionar”. Estaría también más emparentada con el significado original de la palabra “religio” – “temor a los dioses” ya que uno que tiene cierto temor va a ser “cuidadoso” / “religiens” con ellos.  Sin Autor (sin año).

Se puede observar entonces que al psicoanalizarse el sujeto va disolviendo los viejos vínculos con su historia que no le permiten vivir el presente. Al analizarse le da el justo cauce a aquellas experiencias y afectos para que su influencia en el presente sea menor, o al menos sea re-conocida. Al analizarse desanuda sus ataduras para ordenarlas y desliga para vincularse. En cambio en la religión el sujeto va religándose con sus aspectos infantiles, deja de crecer y pasa a creer, reincide en la dependencia de fuerzas superiores a él y les teme pasando entonces a cuidarse de ellas o a adorarlas.

En conclusión puede decirse que el contexto psicoanalítico y el religioso se oponen mutuamente ya que uno tiende al crecimiento y desarrollo vía la disolución de los vínculos tempranos, mientras que el otro pretende reforzar dichas ligaduras fomentando una relación de dependencia. Donde ambas dimensiones se unen sería en la neurosis.

Junto con lo anterior debe considerarse que dentro de la experiencia religiosa coexisten aspectos enigmáticos tanto del lado psicoanalítico como del lado místico; el principal de ellos tiene que ver con el sentido de la experiencia religiosa como captación afectiva de una entidad sobrenatural; esto implica que dicha entidad es no registrable desde el punto de vista científico, pero tampoco son accesibles los estratos inconscientes en donde dicha entidad es percibida y significada.

Y es justo esta razón la que permite que el método psicoanalítico pueda ser utilizado para la investigación de los fenómenos de implicación religiosa; entendiendo por estos últimos todos aquellos inspirados en un culto particular y no aquellos propios de manifestaciones sagradas o milagrosas. Es decir que la investigación psicoanalítica puede ayudar al esclarecimiento de los afectos que se ponen en juego al momento de ser partícipe de cualquier experiencia religiosa, y de ningún modo intenta negar o menoscabar los rituales y cultos religiosos. O como diría Domínguez Morano, C. (2009: 47 y 48)
El estado actual de las relaciones entre psicoanálisis y religión obliga a renunciar a respuestas a priori con las que se pretendiera, por una parte o por otra, disponer de un saber acabado y definitivo sobre lo que tiene lugar en una esfera u otra de la experiencia humana. Por eso me he referido una y otra vez a ese carácter “interminable” que necesariamente debe tener el diálogo entre el psicoanálisis y la religión. Diálogo siempre vivo y siempre inacabado, desde el momento en el que surja una nueva palabra de fe y se pretenda aplicar a ella la hermenéutica psicoanalítica. Dicho de otro modo, el psicoanálisis no sabe de antemano qué es lo que pasa en la religión ni cuál pueda ser la naturaleza última del objeto de su creencia. Se limita tan sólo a indagar el sustrato de esa creencia en la vida psíquica. La cuestión no es tanto si la fe religiosa es o no psicoanalíticamente viable; se trata más bien de intentar dilucidar las motivaciones latentes de esa fe o, también, de una increencia. Una cuestión, por lo tanto, que no se resuelve desde un debate meramente especulativo ni mediante el aporte de pruebas o argumentos, sino en un campo epistémico nuevo que es el que inaugura el psicoanálisis.

Por lo tanto es menester reconocer los límites de ambos modos de pensamiento. Por el lado del psicoanálisis se encuentra la búsqueda de la verdad individual que trata de ser localizada en una historia particular; por el lado de la religión católica se busca la salvación universal mediante la unidad en Cristo y en la Iglesia. Pero esta búsqueda de la verdad individual e histórica de ningún modo pretende dictaminar sobre lo verdadero o falso de la convicción religiosa, únicamente busca rastrear la historia a través del discurso, no del discurso católico oficial, sino de la apropiación de este por parte del sujeto.

Dichas precisiones son imprescindibles para reconocer los alcances de la presente investigación: no intenta negar las creencias ni los fenómenos asociados a la religión, mas bien trata de comprenderlos en términos psicodinámicos proporcionando una descripción de los mecanismos psíquicos involucrados en ellos.

Para realizar esta investigación hace falta delimitar de mejor manera el campo a inquirir, ya que tanto la cuestión de la religiosidad como la de la experiencia religiosa abarcan una gran cantidad de fenómenos. Para efectos de esta investigación se hará especial énfasis en “La imagen del Santo como Objeto de Dulía[1]”; esto viene determinado por una serie de acotaciones respecto a la posición del sujeto ante la Fe[2] y particularmente respecto al Culto Cristiano[3]; es decir que se contempla al Culto Cristiano como un acto psíquico y a la imagen del Santo como un objeto afectivo. De este modo se considera que esta investigación es una modalidad de psicoanálisis operativo partiendo de lo siguiente:
En el psicoanálisis operativo se utiliza el conocimiento psicoanalítico en situaciones grupales, institucionales o comunitarias y tiene la ventaja sobre el psicoanálisis aplicado de que es posible utilizar la comprensión observando sus efectos. […] al respecto es útil aclarar que no existen ‘fenómenos psicoanalíticos’; en todo suceso intervienen seres humanos y, por lo tanto, se puede utilizar el psicoanálisis. El psicoanálisis operativo exige siempre un trabajo de campo y es por esta última exigencia que se lo debe diferenciar también de la especulación basada en conocimientos o teorías psicoanalíticas que constituye –esta última– una variante del psicoanálisis aplicado. […] se utilizan conocimientos psicoanalíticos para comprender o para investigar, pero no se utiliza el método psicoanalítico, este último es solo privativo del psicoanálisis clínico […].” Bleger, J. en Ziziemsky, D. (ed.) (1977: 123)

Sin embargo se debe recordar que el psicoanálisis, según Freud, se define de tres modos distintos: como método de investigación, como un conjunto de teorías obtenidas por la aplicación de dicho método y como técnica terapéutica.

Para la investigación psicoanalítica operativa se debe tomar en cuenta que se está tratando de ampliar el campo teórico aunque esto no implique ningún tipo de interpretación tendiente a la cura de algún paciente, sobre todo porque en las investigaciones de campo no se trata propiamente con pacientes sino con individuos que voluntariamente aceptaron formar parte de la misma.
En la díada, el analista es, además, investigador, sólo en la medida en que investiga con medios psicoanalíticos genuinos (por ejemplo, asociación libre, percepción contratransferencial e interpretaciones). Este tipo de investigación es la patria de origen (Mutterboden) de la formación teórica del psicoanálisis. […] La investigación psicoanalítica dentro de la díada consiste en la obtención de conocimientos sobre el paciente y su relación con el terapeuta que el analista hace en la situación analítica. En lo que sigue llamaremos a éstos, conocimientos diádico-específicos, o casuísticos. La curación resulta del hecho de que el analista comunica al paciente sus impresiones, incluyendo los procesos afectivos de interacción (transferencia y contratransferencia), de acuerdo a las reglas del arte, en forma de interpretaciones. […] El tipo de conocimientos que se comunica al paciente por medio de interpretaciones debe distinguirse estrictamente de aquellos que resultan de "impresiones acumuladas", los que, en su formulación general como conocimiento psicoanalítico, constituyen la teoría del psicoanálisis. Thoma, H. y Kachele, H. (1989: 504 y 505)

Visto así puede decirse que el psicoanálisis operativo ha sido segregado y sus aportaciones se han mantenido en un nivel diferente (¿o inferior?) de las obtenidas en contextos clínicos. Sin embargo es necesario colocar al psicoanálisis operativo en el mismo escalón que el psicoanálisis clínico. Otro problema que se presenta entre la disyuntiva psicoanálisis clínico – psicoanálisis operativo es la cuestión de la cantidad de individuos ya que en la clínica se aplican los estudios de caso, mientras que en lo operativo las investigaciones son de índole grupal (psicosociales).

Sin embargo Erich Fromm (1984: 10 - 14) afirma lo siguiente acerca de la homologación de los métodos clínico y psicosocial:
La superación de la oposición teórica existente entre la psicología individual y psicología social lograda por el psicoanálisis fundamenta la afirmación de que el método de una investigación sociopsicológica puede ser esencialmente igual al método que aplica el psicoanálisis en la investigación de la psique individual. […] Lo que interesa al psicoanálisis es la experiencia; la investigación de su influencia sobre el desarrollo emocional es su principal finalidad. […] El método del psicoanálisis individual es por lo tanto un método ‘histórico’: la comprensión del desarrollo emocional sobre la base del conocimiento de la historia de la vida del individuo. […] Si bien el método de la psicología social no es básicamente diferente de aquel de la psicología individual, hay empero una diferencia que es menester señalar: En tanto que la investigación psicoanalítica se interesa principalmente en individuos neuróticos, la investigación sociopsicológica trabaja con grupos de gente normal. […] De allí que esta psicología pueda pasar por alto hasta el conocimiento de las experiencias infantiles individuales de los diversos miembros del grupo sometido a la investigación; a partir del conocimiento de las pautas de vida socialmente condicionadas en que estas personas estuvieron situadas luego de los primeros años infantiles, puede arribar a una comprensión de las actitudes psíquicas comunes a ellas. La psicología social se propone investigar la forma en que ciertas actitudes psíquicas comunes a los miembros de un grupo se hallan relacionadas con sus experiencias vitales comunes[4].

Paralelamente a estas puntualizaciones Frommianas acerca del papel de las actitudes psíquicas comunes como relacionadas con experiencias vitales compartidas, se puede argumentar que una investigación de psicoanálisis operativo acerca de la Fe deberá tomar en cuenta la cuestión de la intersubjetividad, sobre todo porque a partir de esta puede comprenderse que no hay posibilidad de una investigación completamente objetiva ni de una contaminación totalmente subjetiva.
El factor intersubjetivo es entonces una cualidad fundamental de la actividad cognoscitiva, tanto por lo que se refiere al diálogo con el objeto (sobre todo si es otro ser humano, como en el caso del psicoanálisis), como por lo que está relacionado con las demás personas que puedan y quieran hablar sobre el objeto. […] El conocimiento psicoanalítico nace entonces en el contexto de una psicología intersubjetiva de dos personas y es ahí fundamentalmente donde se tiene que avalar y confirmar. Villanueva, C. (2005: 28, 35).

Derivado de ambas posturas puede concluirse que una investigación cuyo eje gire en torno al estudio del Culto Cristiano por medio del psicoanálisis es una posibilidad completamente viable en términos metodológicos, sobre todo porque la única forma de acceder a la actitud religiosa proviene del discurso sobre la propia experiencia en el acto comunicativo con el objeto de Culto, y dicha experiencia estará dada en términos afectivos porque la dulía (adoración) al Santo involucrará una forma de vínculo ante él[5]; vínculo que puede ser analizado desde las tres aristas del discurso analítico planteadas por Julia Kristeva (1987: 17 y 18) y que –aunque implicados en una investigación no clínica– se encuentran en total concordancia con las investigaciones del psicoanálisis operativo en su modalidad psicosocial:
La palabra analítica opera con signos que comprenden por lo menos tres tipos de representaciones: representaciones de palabras (análogas al significante de la lingüística), representaciones de cosas (análogas al significado de la lingüística) y representaciones de afectos (inscripciones psíquicas móviles, sometidas a las operaciones de “desplazamiento” y “condensación” del proceso primario, y que denominé “semióticas” por oposición a las representaciones “simbólicas” propias o consecutivas del sistema de la lengua). Decir que la significación es una significancia que comprende estos tres tipos de representaciones […] Se trata de abrir, en y más allá de la escena de las representaciones lingüísticas, modalidades de inscripción psíquica que son previas o que trascienden el lenguaje, y de está manera, reencontrar el sentido etimológico del griego semeion —huella, marca, particularidad.

Por lo tanto, y derivado de todo lo dicho anteriormente, esta investigación será denominada “Afectividad y Fe. El Santo como Objeto de Dulía”; su objetivo principal será “Identificar, por medio de una investigación cualitativa, los mecanismos psíquicos que intervienen en la elección de un Santo para conformar una dulía, con la finalidad de explicar su carácter protector para ese individuo o familia en particular” y las técnicas de recolección de datos serán:
         Entrevistas a los fieles para conocer su historia personal y su historia de vinculación con dicho Santo (dulía).
         Análisis del discurso de las oraciones[6] con licencia eclesiástica[7] que tiene dicho Santo.
         Revisión de la hagiografía[8] e iconografía[9] de dicho Santo.
El primer punto permitirá conocer el imaginario que las personas tienen acerca del Santo a través de la asociación libre, mientras que los otros dos involucrarán el "discurso oficial" del Vaticano acerca de dicho personaje y serán analizadas mediante la hermenéutica.

Partiendo de ello el capítulo teórico de la tesis contendrá los siguientes tópicos y subtópicos:
  1. Teoría de la afectividad en el psicoanálisis.
1.1.  Deseo.
1.2.  Afectividad.
1.3.  Identificación.
  1. Doctrina católica de la Fe y la Comunión de los Santos.
2.1.  La Fe.
2.2.  La Comunión de los Santos.
2.3.  Culto y dulía.
  1. Psicoanálisis del acto de adoración religioso.
3.1.  Lo familiar e infantil como sustrato de lo religioso.
3.2.  La experiencia de la creencia y su manifestación en el culto.
3.3.  La imagen del Santo y la identificación con su carácter protector.
3.4.  El sacrificio y la penitencia como modalidad del sentimiento de culpa.

Debido a la gran cantidad de Vírgenes, Ángeles y Santos aún me encuentro en proceso de seleccionar uno en particular para hacerlo el eje central de la tesis y comenzar la investigación a profundidad sobre él. La elección radicará en la popularidad de dicho Santo, la extensión de su Dulía (milagros o peticiones que se le adjudican), las fiestas patronales en su advocación y la cantidad de información e iconografía disponible sobre su vida y obra.

Por otro lado sería conveniente que el Santo elegido tuviera una parroquia erigida en su honor para de ese modo facilitar la localización de sus fieles y garantizar un espectro poblacional amplio para la realización de las entrevistas.

Por último solo me queda mencionar que esta investigación es completamente legítima desde el punto de vista metodológico y aunque pudiera parecer polémica desde el punto de vista teórico se debe recordar que los aspectos místicos y religiosos fueron abordados anteriormente por: Sigmund Freud (Moisés y la Religión Monoteísta; el Porvenir de una Ilusión, Tótem y Tabú), Thedor Reik (Psicología de la Peligión), Otto Rank (El Mito del Nacimiento del Héroe), Carl Gustav Jung (Psicología y Religión), Joseph Campbell (El Héroe de las Mil Caras. Psicoanálisis del Mito), Fraçoise Dolto (El Evangelio ante el Psicoanálisis), Carlos Domínguez Morano (Experiencia Cristiana y Psicoanálisis; Creer después de Freud; El Psicoanálisis Freudiano de la Religión), Erich Fromm (Psicoanálisis y Religión; El Dogma de Cristo; Y Sereís como Dioses), Julia Kristeva (Al Principio era el Amor. Escritos de Psicoanálisis y Fe), Luigi de Paoli (Psicoanálisis del Cristianismo), Ignace Lepp (La Nueva Tierra), Carlos Biro y José Cueli (Los 10 mandamientos y el Psicoanáisis). Por lo tanto esta investigación cuenta con un gran sustento bibliográfico pero no por ello es poco novedosa ya que su originalidad radica en que no se elige a Dios como centro del estudio sino a un Santo y su carácter protector vinculado a una persona o familia en particular.


Referencias bibliohemerográficas.

Domínguez Morano, C. (2009). Teología y Psicoanálisis. En Revista Iberoamericana de Teología. Vol. V(9). México: Universidad Iberoamericana.
AciPrensa. (2010). Enciclopedia Católica On Line. AciPrensa. Fecha de modificación 8 de octubre de 2010. Revisado el 26 de marzo de 2013. Disponible en: http://ec.aciprensa.com/wiki/Culto_cristiano
---------. (2012a). Enciclopedia Católica On Line. AciPrensa. Fecha de modificación 3 de mayo 2012. Revisado el 26 de marzo de 2013. Disponible en: http://ec.aciprensa.com/wiki/Fe
---------. (2012b). Enciclopedia Católica On Line. AciPrensa. Fecha de modificación 16 de junio de 2012. Revisado el 26 de marzo de 2013. Disponible en: http://ec.aciprensa.com/wiki/Dulía  
---------. (2012c). Enciclopedia Católica On Line. AciPrensa. Fecha de modificación 9 de marzo de 2012. Revisado el 28 de marzo de 2013. Disponible en: http://ec.aciprensa.com/wiki/Oración   
Congregación para la Doctrina de la Fe. (1992). Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos de comunicación social en la promoción de la Doctrina de la Fe. Fecha de publicación 30 de marzo de 1992. Revisado el 28 de marzo de 2013. Disponible en: http://multimedios.org/docs/d001049/
Fromm, E. (1984). Dogma de Cristo, El. México: Paidós.
Kristeva, J. (1987). Al Comienzo Era el Amor. Psicoanálisis y Fe. Buenos Aires: Gedisa.
Sanfuentes Echeverria, O. (2010). Iglesia Católica y sus Imágenes de Devoción, La. En Conserva. No.15.
Sin Autor (Sin año). Etimología de la Lengua Española. Definiciones sobre el Origen del Léxico Castellano o Español. Fecha de Consulta: 17 de marzo de 2013 Disponible en:  http://etimologia.wordpress.com/2007/02/19/religion/
Thoma, H. y Kachele, H. (1989). Teoría y Práctica del Psicoanálisis. 1 Fundamentos. Barcelona: Herder. Edición Virtual.
Villanueva, C. (2005). Fundamentos del Concepto de Intersubjetividad en la Teoría Psicoanalítica. Tesis de Maestría UIC.
Ziziemsky, D. (ed.). (1977). Métodos de Investigación en Psicología y Psicopatología. Buenos Aires: Nueva Visión.



[1] Dulía es “Término teológico que designa el honor tributado a los santos,”. AciPrensa (2012b: párrafo 1).
[2] Entendida esta como Creer y Confiar. “La fe puede ser considerada objetiva o subjetivamente. Objetivamente, representa la suma de verdades reveladas por Dios en la Escritura y la tradición, y que la Iglesia nos presenta (ver regla de fe) de forma breve en sus credos. Subjetivamente, la fe representa el hábito o virtud por el cual obtemperamos a esas verdades.” AciPrensa (2012a: párrafo 3).
[3] Entendida esta como: “En su sentido más general es un homenaje que se rinde a una persona o cosa. En este sentido podemos hablar de culto al héroe, culto al emperador, a los demonios, a los ángeles, incluso a las reliquias, y en especial a la Cruz. Este artículo se ocupará del culto cristiano de acuerdo con la siguiente definición: homenaje que se rinde a Dios, a Jesucristo, a sus santos, a los seres o incluso a los objetos que tienen una relación especial con Dios.
Hay varios grados de este culto:
·         Latría: si se dirige directamente a Dios, es superior, absoluto, el culto supremo, o culto de adoración, o, de acuerdo con el término teológico consagrado, un culto de latria (latría). Este culto soberano se debe solamente a Dios; si se dirigiese a una criatura se convertiría en idolatría.
·         Dulía: Cuando el culto se dirige a Dios sólo indirectamente, es decir, cuando su objeto es la veneración de los mártires, de los ángeles o los santos, es un culto subordinado dependiente del primero y relativo, en la medida en que se honra a las criaturas de Dios por sus relaciones particulares con Él. Los teólogos lo designan como culto de dulía, un término que denota servidumbre, y que, cuando se usa para denotar nuestro culto a los siervos distinguidos de Dios, implica que su servicio a Él es su título a nuestra veneración (cf. Chollet, loc. cit., col. 2407, y Bouquillon, Tractatus de virtute religionis, I, Brujas, 1880, 22 ss).
·         Hiperdulía: Como la Santísima Virgen tiene un rango supereminente y absolutamente independiente entre los santos, el culto que se le rinde se llama hyperdulia (para el significado e historia de estos términos vea Suicer, Thesaurus ecclesiasticus, 1728).” AciPrensa (2010: Párrafo 1 a 4).
[4] Las cursivas son mías.
[5]En lo que respecta a los santos, la dulía incluye veneración e invocación; siendo la primera el honor rendido directamente a ellos y la segunda teniendo en mente primeramente la ventaja del peticionario” AciPrensa (2012b: Párrafo 1).
[6] Un acto de la virtud de religión que consiste en pedir ciertos dones o gracias de Dios. En un sentido más general, se trata de la aplicación de la mente a las cosas divinas, no simplemente para adquirir conocimientos respecto a ellas, sino para utilizar ese conocimiento como medio de unión con Dios. Esto puede llevarse a cabo a través de la alabanza o de la acción de gracias, pero definitivamente la petición constituye el acto principal de la oración.
Las palabras que usa la Escritura para referirse a ella son: invocar (Gn 4, 26), interceder (Job 22, 10); mediar (Is 53, 10), consultar (I Re 28, 6); suplicar (Ex 32, 11) y, con mucha frecuencia, clamar. Los Padres hablan de ella como “la elevación del alma a Dios”, con miras a pedirle cosas apropiadas (San Juan Damasceno, “De fide”, III, 24, in P.G. XCIV, 1090). También la ven como comunicación y conversación con Dios (San Gregorio de Niza, “De oratione dominica”, en P.G. XLIV, 1125) o como diálogo con Dios (San Juan Crisóstomo, “Homilia XXX in Gen.”, n. 5, en P.G. LIII, 280). Es, pues, la manifestación a Dios de nuestros deseos, ya sea respecto a nosotros mismos o a otros. Tal manifestación, es claro, no pretende enseñarle algo a Dios, ni darle indicaciones sobre lo que debe hacer. Sólo quiere apelar a su bondad respecto a las cosas que nos son necesarias. La necesidad, por otro lado, de esa apelación no nace de que Dios ignore nuestros sentimientos o necesidades, sino de que nosotros debemos dar forma a nuestros deseos, concentrar la totalidad de nuestra atención en lo que queremos pedirle, ayudarnos a apreciar nuestra cercana relación con Él. No hace falta que la expresión sea externa o vocal; basta la interna y mental.
Por la oración nosotros reconocemos el poder y la bondad de Dios, a la vez que nuestra precariedad y dependencia. Por eso es que la oración es un acto de la virtud de religión que implica la mayor reverencia a Dios y que nos acostumbra a volver el rostro hacia Él en toda circunstancia.  AciPrensa (2012c: párrafo 1, 2 y 3).
[7] La aprobación o licencia eclesiástica presupone el dictamen del censor o censores –si se considera oportuno que haya más de uno (cf. c. 830)–, garantiza que lo escrito no contiene nada contrario al Magisterio auténtico de la Iglesia sobre fe y costumbres y atestigua que han sido observadas todas las prescripciones de la ley canónica en la materia. Por consiguiente, es oportuno que la misma concesión haga referencia explícita al canon correspondiente. Congregación para la Doctrina de la Fe (1992: II–7–2).
[8] Historia y biografía de los Santos.
[9] Las imágenes constituyen un lenguaje simbólico para hacer visible aquello que no lo es y poseen, al mismo tiempo, la cualidad de llegar al alma de los individuos. He aquí dos cualidades fundamentales de las imágenes visuales: el de representar (volver a presentar) y el de conmover, ¿cómo, sino, expresar sentimientos como el amor, sino es a través de gestos sensoriales como el tacto de una mano y la luz de una mirada cariñosa? Es el caso en que realidades internas pueden cobrar formas visibles a través de signos y símbolos. El signo representa, en la medida que vuelve a presentar una cosa que ya no está presente. El símbolo, en cambio, remite a algo más profundo porque rememora. Incluye sentimientos involucrados en la memoria. Esta última es sensorial, es vida. […]Las formas de representarlos son las que varían culturalmente, tanto en el tiempo como en el espacio. Las características iconográficas que acompañan estas representaciones no son inherentes a los personajes descritos sino que responden a la forma en que los artistas imaginaron y al significado que ellos atribuyeron a esos elementos. Dependen también de las fuentes de inspiración: algunas imágenes surgen de las narraciones contenidas en las Escrituras, otras de los llamados Evangelios Apócrifos, otras de las vidas de santos. En definitiva, las imágenes religiosas no conllevan una interpretación unívoca. Al contrario, para poder entender las imágenes religiosas es indispensable realizar ejercicios iconográficos y culturales. […] El fiel debe sentir el fuego abrasador de las llamas del infierno cuando está frente a una pintura del pecado y debe sentir toda la ternura maternal de una Virgen que lleva en brazos a su Hijo. Sanfuentes Echeverria, O. (2010: 20, 21 y 24)

1 comentario:

  1. Rodolfo, te felicito por abrir un espacio más, para la discusión y difusión del Psicoanálisis. Un abrazo. Teresita.

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