miércoles, 28 de diciembre de 2016

En la Fila (con "f" de falta) de la gasolina.



La actual crisis de combustibles ha evidenciado algo: Somos iguales por lo que carecemos, no por lo que poseemos. Es tal la herida narcisística infringida por el menoscabo de gasolina que muchos han optado por conseguirla a cualquier precio, ante eso otros han aprovechado para revenderla aparentemente obedeciendo a la ley de la oferta y la demanda. Sin embargo esto es más complejo aún ya que implica procesos de desfalisización.

Las largas filas en las gasolineras han logrado una de las utopías en donde las promesas políticas han fracasado: igualdad. En esas interminables hileras de vehículos pueden verse mezclados coches último modelo, camionetas todo terreno, utilitarios y automóviles desvencijados cuyas mejores épocas hace mucho tiempo pasaron.

La noción de igualdad implica la desaparición de las diferencias. Al menos durante su detenimiento en la fila todos los vehículos son iguales, se asemejan en su condición de motores inactivos; sólo será hasta que se pongan en marcha que reincorporarán -para sus dueños- las diferencias de las que estaban dotados. Esta última particularidad es la que sirve de palanca de cambio desde la política hasta la subjetividad. Los sujetos de la fila están en posición de objetos, se ven desprovistos de su status social al demandar un único tipo de mercancía: el combustible; hasta ahí todos son iguales. Pero éste hidrocarburo dista mucho de ser solamente el elemento que hará funcionar sus automotores, además les restituirá el sentimiento de si que se irá recuperando conforme vuelvan a apropiarse del manejo de su vehículo.

Basta recordar que las agencias de venta de coches tienen identificados a los compradores según su pertenencia a segmentos de mercado, lo que les permite ofrecerles ciertos tipos de vehículos "acordes" a sus necesidades; una misma línea de coches puede tener diferentes precios según los accesorios incluidos. Esto da como resultado que un vehículo sea algo más que un medio de transporte, se vuelve una extensión del yo, una insignia, una diferencia entre el yo y el resto (no-yo).

Una vez que cada automóvil sea recargado de combustible el narcisismo de su propietario recuperará la "potencia" que había perdido al estar formado en la fila. Esta es una de las razones por las cuales los llamados virtuales a las protestas, paros y manifestaciones se pierden como un conteo de likes en facebook. La razón es simple: la convocatoria realizada en internet ofrece sólo un objeto discursivo que es bien recibido y anhelado únicamente mientras no se accede al objeto mercancía (en este caso la gasolina). La indignación del ciudadano en paro (que puede ser, literalmente, quien se encuentra formado esperando para cargar gasolina o quien está desempleado) se suma a la de otros "parados" solo mientras comparten esta condición de igualdad; aquí se encuentran fusionados únicamente por ligas libidinales, no por un lazo social o discursivo (como el promovido por las incitaciones a la protesta hechas en redes sociales). Y toda vez que han abandonado la gasolinera su identificación con el resto de la fila de vehículos y ciudadanos en espera desaparece, con esto reaparece una supuesta apatía ante la situación de desabasto.

Este fenómeno puede ser percibido en los diferentes momentos en donde el incremento al precio de algún producto o servicio afecta solamente a una parte de la población. Por ejemplo, el alza al transporte público favorece las reclamaciones estudiantiles, no así el aumento en el costo de los alimentos o medicinas (que a su vez generará inconformidad en otros sectores). Es por eso que los propietarios de automóviles se muestran tan cercanos unos a otros durante su estancia en la fila de espera pero tan alejados en la misma proporción que pisan el acelerador de su auto. Mientras carecían del combustible estaban desfalicizados, una vez que lo adquieren creen recuperar ese falo (ese velo imaginario que cubre la falta), de ahí que se vuelquen a manifestarlo ávidamente en redes sociales haciendo un llamamiento a la unidad nacional y a las protestas masivas. Su sentimiento de si ha sido restituido en la medida en que han podido llenar su tanque (libidinal y de gasolina).