Normalmente
relacionados, ambos conceptos pertenecen a dimensiones completamente distintas
y, por ende, no pueden considerarse vinculados uno con el otro.
Lo inverso del
amor es el odio, y a la unión de ambos se contrapone la indiferencia pero nunca
la infidelidad; de entrada porque esta es imposible ya que puede haber
muchas parejas pero solo una es la importante en ese momento:
“No es posible amar psíquicamente a dos seres a la vez. El amor psíquico
es un monopolio que no admite la contigüidad sino la sucesión, cosa que desgraciadamente
no podemos decir del amor físico; este está sometido a la ley que exige la
variación, quiere el cambio, busca lo viejo en lo nuevo y lo nuevo en lo viejo”.
Wilhelm Stekel.
El amor erótico
fiel (maduro) supone la unión de la fidelidad psíquica y la fidelidad física.
“La fidelidad normal tiene dos componentes: el psíquico y el físico. Un
hombre puede amar psíquicamente a una mujer y serle infiel físicamente. Se
afirma lo mismo de las mujeres. […] En la mujer es mas grave la infidelidad
física, y en el hombre la psíquica. Quizá porque la mujer, en el instante de
entregarse a un hombre también le pertenece psíquicamente. Las mujeres se dan
por entero, los hombres solo en parte. […] el mundo de la mujer es el amor, el
amor de los hombres es el mundo”. Wilhelm Stekel.
Por lo tanto el
amor erótico supone la capacidad para reconocer al otro como digno objeto de
amor y, al mismo tiempo, como sujeto de amor, es decir, al amar uno debe ser
amante y amado simultáneamente. El amor erótico, para ser maduro, implica la
capacidad para el intercambio y la posibilidad de dar y recibir. Para que esto
ocurra fue necesaria la existencia de un acto de amor fundante en donde el bebé
tuvo que sentirse amado para posteriormente poder amar. Porque no se puede
enseñar a amar, se enseña a ser amado.
De ahí que para
amar se tuvo que haber superado esa etapa narcisista en donde uno era el propio
objeto de amor total y al mismo tiempo el objeto de amor de los otros: “Cuando
la gente esta satisfecha completamente consigo mismo el amor es imposible”.
Theodor Reik. Si dicho progreso no se alcanza se vuelve imposible el amor
erótico tanto en la posibilidad de darlo como en la posibilidad de recibirlo: “El
que ama pierde, por así decirlo, una parte de su narcisismo”; “Se siente
uno inferior cuando no se es amado” Sigmund Freud. Esto quiere decir que al amar al otro automáticamente se pierde parte del narcisismo, uno deja de considerarse a si mismo como perfecto para comenzar a conferirle esa condición al otro y, por ende, uno mismo duda de sus cualidades de objeto de amor para el otro: "Amar es haber encontrado un Dios". Wilhelm Stekel.
Sin embargo
existe un momento intermedio entre el amor narcisista (a uno mismo) y el amor
objetal (donde se reconoce la condición de sujeto independiente en el objeto
amado). Dicha fase involucra tomar al objeto de amor como algo que se puede
poseer para no compartir: “Los sentimientos primitivos del hombre hacen que
éste aspire a poseer por entero los objetos que codicia” Wilhelm Stekel. Ahí
es donde aparecen los celos, en parte motivados por la descarga narcisista del
yo ante la depositación de líbido en el objeto amado: “El que quiere de
verdad debe temer la pérdida del objeto amado, debe dudar de sus cualidades,
compararse con posibles rivales que le parecen mas dignos de ser amados que él”
Wilhelm Stekel.
El amor erótico
infantil quedaría entrampado en un vínculo del siguiente tipo: “Te amo no por
lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo”. Ese sería el primer discurso
amoroso dirigido al otro, aunque su reconocimiento solo estaría en función de
la relación con uno mismo.
Podría decirse
entonces que amar eróticamente de manera madura implica soportar la falta
(la diferencia con el otro y su autonomía), de ahí que la infidelidad sería la
manifestación de una búsqueda que aún no ha concluido, porque la pérdida del
narcisismo originario aún no se ha aceptado; se pretende entonces que en la
nueva conquista se pueda uno reencontrar a si mismo.
Por lo tanto no
se cambia de objeto amoroso, se cambia de discurso amoroso porque el objeto
es lo que se dice de él; si se le deja de mencionar se apaga, si se nombra
resplandece. Cuando dos personas se encuentran lo que se encuentran son dos
discursos fantasmatizados, la duración de dicho encuentro dependerá entonces de
la subsistencia de sus decires del uno sobre el otro; porque la satisfacción
ante otra persona se mide en la “dicha” de su presencia. De ahí que Pablo
Neruda lo sintetice magistralmente en su poema XV: “Me gusta cuando callas,
porque estas como ausente”, porque entonces no hay posibilidad de
contradicción ante el discurso amoroso: el otro es lo que se dice que es. En
consecuencia todo lo que se habla del amor acude en ayuda y en desgracia
del enamorado, porque es hablado por el otro, para el otro y a través del
otro.
Pero el discurso
amoroso está determinado también por el contexto amoroso ya que el yo se
vincula siempre con un objeto pero de manera situacional; porque lo que aquello
a lo que se le llama discurso es una configuración espacio-temporal de sentido.
Ya lo decía Claude Levy-Strauss: “El yo es una encrucijada de eventos”,
y a partir del narcisismo, el otro sería entonces la posibilidad de proyectar
en él las propias formas de haber sido amados.
Recordemos
entonces que al principio algunos cuidadores tenían el deseo de la no separación,
la fantasía de la fusión eterna a la que el bebé se oponía creyendo que los
nuevos objetos lo amarían a él como lo amaron los padres. “Esta alegría
erótica de descubrir se opone a ese
complejo de sentimientos llamado ‘fidelidad’. No olvidemos que la fidelidad no
es un estado que haya sido dado por naturaleza. Es una hermosa ficción”.
Wilhelm Stekel.
En conclusión
puede decirse que la infidelidad es uno de los polos del amor erótico infantil
o inmaduro; el otro polo serían los celos pero ellos serán abordados en otro
artículo.
Entonces se puede decir que se es posible amar a dos personas en un mismo periodo de tiempo, no simultaneo. Es decir se ama al objeto mientras se encuentre presente y amar al "otro" objeto en su contexto de existencia? Cada uno con su propio discurso o significante?
ResponderEliminarLo que ocurre en tal caso es que se "ama" a través de un mismo discurso amoroso, uno no es infiel cuando "ama" a través de ese mismo discurso a varios objetos, pero si tiene discursos diferenciados para objetos diversos entonces si hablamos de infidelidad; obviamente esto aplica desde la perspectiva narcisista en donde el principal objeto de amor es uno mismo y por lo tanto uno se ama a si mismo a través del otro.
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