jueves, 30 de abril de 2020

Recorrido y Transición Universitaria.

Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.



La tragedia de lo civilizatorio.


La llegada a la universidad suele estar plagada de incógnitas; por un lado se ha estado recorriendo un sistema educativo por al menos 12 años, pero por otro se sobrepasa el límite de la mayoría de edad. Todo universitario se enfrenta a una de las crisis de identidad más grandes que existan: el umbral de la puerta marca dos formas antinómicas de comportamiento. Hacia adentro del salón se espera del estudiante una actitud infantil de obediencia y disciplina, una vez afuera se le convoca a ser proactivo, creativo, emprendedor y crítico.

Según Freud la civilización descansa sobre la represión de las pulsiones. La universidad, como parte del proyecto civilizatorio, no es ajena a esta condición. De forma muy específica la carrera universitaria promete la obtención de un logro luego de un período de espera y esfuerzo, generando una dosis de malestar en donde lo erótico y lo agresivo transitan entre lo intelectual y lo motriz.

Las vías que tome esta eroticidad y agresividad se manifestará en las formas de hacer frente a las exigencias impuestas por la estructura académica. Habrá quien se distraiga, quien ataque o quien sublime, pero cada uno de esos síntomas académicos tendrán el carácter de un mensaje. La dirección de este mensaje puede ir desde los docentes y autoridades universitarias hasta los familiares, pasando por los pares, colegas y compañeros, pero también dirigidos al narcisismo, es decir, al proyecto identificatorio que el estudiante tiene. Si este síntoma-mensaje no es leído y tramitado satisfactoriamente podrán acontecer malestares que pongan en riesgo el devenir académico, el alcance de las demandas curriculares o la satisfacción respecto del área de estudio.

Así mismo el devenir universitario (profesionistas) pone el acento mas en lo externo (titulación) que en lo interno (lo cual siempre es algo propio y no generalizable).

Así pues, recorrer la universidad implica ser consciente de las oportunidades que se brindan por tener el privilegio de recibir una educación; mientras que transitarla es ir llegando a diferentes puntos cuyo destino final es la obtención de un título.


Los Edipos universitarios: con destino pero sin futuro.


El destino está lleno de promesas y certezas pero el futuro actual es incierto e inestable, ante ello nos encontramos con la generación mejor preparada académicamente pero peor empleada laboralmente. La figura del NI-NI se muestra como el peor escenario posible cuando en realidad es una propuesta limitante del capitalismo neoliberal donde lo único que se puede aspirar a ser es estudiar o trabajar; modelos, ambos, de la reproducción de subjetividades y no de la producción subjetiva.

En la tragedia de Edipo pueden hallarse varias similitudes con los estudiantes universitarios: tienen un destino marcado de antemano, son abandonados a su suerte, aniquilarán a su padre y se casaran con su madre, deben salvar la vida mediante su sabiduría y sobre ellos pende la amenaza de un castigo.

¿Que destino se le depara a los nuevos Edipos aún antes de su inscripción universitaria? Se espera de ellos que deban ser

  • Exitosos: emprendedores, felices, multimedia, viajados, políglotas…
  • Humanizados mas que socializados o normalizados: enfocados en derechos humanos, teorías de género, teorías críticas, filosofía y humanidades.

¿Cuáles son las formas de abandono que pueden experiementar?

  • Sentimiento kafkiano: Es la condición de ajenidad que todo estudiante percibe cuando se le novatea al hacerlo pasar por ignorante de los saberes o procedimientos académicos; El desvalimiento favorece la modelación y de ese modo se le va aculturando.Para facilitar el dominio del otro hay que ubicarlo lejos de sus figuras de referencia; estas pueden ser sus cuidadores o sus saberes previos. Esto se manifiesta sobre todo en las cuestiones de la práctica profesional. Cuando un practicante, un prestador de servicio social o un pasante se presenta en alguna institución para empezar una práctica empírica requiere de todo un aparato burocrático (generación de documentos y evidencias que comprueben su ejercicio y su apego a la normatividad vigente) que de cuenta de todas sus actuaciones. Dicho aparato solo se encarga de almacenar los datos mientras que la gestión de los mismos corre a cuenta del interesado (aunque existan procedimientos que busquen simplificar dicha gestión). En ese momento el sujeto de la práctica solo puede encargarse de tener en orden la mayor cantidad de elementos, pero su actuación estará determinada por quienes funjan como supervisores.
  • El excluido es aquel que se encuentra fuera de ciertos criterios de consideración académica, lo que provoca que quede sin acceso o acceda parcialmente a la práctica empírica. Ya sea debido al promedio bajo, al insuficiente número de créditos, a su desfase semestral o a su pertenencia a diversos planes de estudios va siendo relegado para la elección de los campos de práctica. Termina por acomodarse en espacios que no son de su interés o ejerciendo actividades más por obligación que por convicción; ésta marginalización solo le deja el camino de la obediencia o el del acto compulsivo y repetitivo, en caso de que realmente llegue a llevarlo a cabo.
  • El refugiado es aquel que accede a un centro de prácticas empíricas ajeno a la institución donde llevó a cabo su formación teórica. No pertenece a la institución a la que llega y está lejos de la institución a la que pertenece. Estará condenado a ser siempre un forastero y a lidiar con esa condición, es decir que será incluido como un excluido, como alguien pasajero y eventual cuya existencia se da solamente en términos de su adherencia a un rol predeterminado burocráticamente. Responde, como mínimo, a un par de demandas institucionales (la de origen y la de llegada) y debe acoplarse a ellas lo que va a poner en entredicho su pertenencia e identificación con ciertos referentes teórico-técnicos.

¿A que padre aniquilan y con que madre se unen los universitarios?

  • Los padres muertos: Todo niño nace muerto porque en un principio es solo el depositario de los deseos parentales. Cuando se desencanta de ellos podrá acceder a la búsqueda de su propio deseo, y ahí comenzará a hacer el duelo por los padres de la infancia. Así mismo conocerá nuevos adultos significativos de quienes obtendrá nuevos modelos identificatorios que también deberá aniquilar para reconocerse a si mismo. Al otro se le va matando para ir emergiendo uno poco a poco.
  • La madre nupcial: Toda carrera es un compromiso adquirido con una madre académica, por eso a la universidad se le llama “Alma Mater”.

¿Con que sabiduría podrán enfrentarse a las diversas esfinges?

  • El gran triunfo edípico es acceder a un saber acerca de si mismo y por si mismo; al momento de ya no estar determinado por el otro es cuando podrá hacer frente su futuro como posibilidad. El oráculo nunca le responde a Edipo la pregunta sobre su origen, en cambio le habla de su destino, y es ahí donde él huye solo para encontrarlo.
  • Terminar la carrera va más allá de conseguir un título; toda elección profesional es en el fondo sintomática (como intento de solución de conflicto) de ahí que haya tres posibles salidas al saber adquirido: a) el saber trasciende el conflicto y la carrera se vuelve fuente de placer; b) el saber tranquiliza el conflicto y la carrera pasa a segundo plano; o c) el saber angustia y uno prefiere abandonar la carrera.

¿Por qué habría de castigarse el deseo de ser universitario?

Porque toda profesión de origen académico marca un doble sesgo: por un lado impone una brecha (más aparente que verdadera) ante todo aquel que no estudio y, por otro lado, delinea un perfil para el egresado (se le impone una parcialidad a su identidad basada en cierto número de “obligaciones y compromisos”).
Para ser acreedor a una sanción debió haber previamente una prohibición y, académicamente, entre las cosas mas castigables en se encuentran la no-ciencia, referencia al pasado y in-útil.
  • El castigo por no ser científicos, demostrables y generalizables se pagará con la condena de mostrar siempre evidencia
  • Ante la tiranía de lo novedoso se exige que todo tenga que ver con las ultimas investigaciones y se deja de lado las propuestas predecesoras por considerarlas antiguas o fuera de vigencia.
  • El pragmatismo y la funcionalidad obligan a que todo tenga siempre una utilidad; de no cumplir con este criterio se cuestionarán sus principios ciéntífico-técnicos; es decir todo saber tiene que ser también un hacer para el beneficio.