martes, 24 de diciembre de 2013

Diario de Campo: 1er visita al Santuario de Santo Toribio Romo en Santa Ana de Guadalupe, Jalostotitlán, Jal. 22 de diciembre de 2013.



Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.


5:30 de la madrugada y en la carretera ya podía encontrarme a algunas camionetas con placas norteamericanas, Texas y California fueron las que mas logré contar. No podía dejar de pensar en todas las historias que nuestros paisanos llevaban consigo, incluyendo los obsequios con los que seguramente sorprenderían a sus familiares y amigos; ahora emprendían el viaje inverso al que hacía algún tiempo los había llevado al otro lado de la frontera, volvían después de mucho y acelerando rápidamente me dejaban atrás, seguramente deseaban llegar con su familia lo más pronto posible.

Mi trayecto de San Luis Potosí hacia Santa Ana del Guadalupe se extendió por un poco mas de tres horas, cuando por fin pude llegar la sensación fue muy reconfortante. Decidí elegir la ruta cristera (aquella que atraviesa lugares importantes de la Cristiada como San Diego de Alejandría, San Julián y San Miguel el Alto) en lugar de la moderna y rápida ruta capitalista (aquella que involucra a la supercarretera y que evita contemplar todos los pueblos donde se respira la historia de personas que evitaron renegar de su fe y que la defendieron por encima de todo). Una vez arribando al estado de Jalisco pude sentir la profunda devoción de esa tierra por la religión católica, pues en la cima de un cerrito se alcanzaba a vislumbrar un letrero con la consigna cristera “Viva Cristo Rey".

Rodee San Diego de Alejandría y posteriormente llegué a San Julián, conocido como la “Cuna de la Cristiada”. Ya ahí comencé a observar como las tiendas y restaurantes tenían en su interior imágenes de Santo Toribio Romo. Me detuve en la plaza principal y platiqué con algunos misioneros que se encontraban ahí, fue una charla muy enriquecedora donde uno de ellos, oriundo de la frontera, también me platicó las desventuras que sufren los migrantes en sus intentos por cruzar a Estados Unidos.

Volví a tomar la carretera y me detuve en una gasolinera para comprar un café, ahí pregunté las indicaciones para llegar al Santuario de Santo Toribio y la cajera de la tienda se entusiasmó al platicarme lo milagroso que era, incluso me narró la forma en que él se le apareció en un sueño y le indicó la hora, el día y la persona con quien podría cruzar la frontera sin problemas, así ocurrió y ella pudo atravesar la frontera “sentada” (es decir dentro de un coche como un pasajero mas sin que le pidieran papeles, solo argumentando el chofer del coche que ella era su familiar).

La ruta que me indicó pasaba por San Miguel el Alto, ahí debía tomar la desviación hacia Jalostotitlán donde un arco de cantera me daría la bienvenida a Santa Ana de Guadalupe, apenas al cruzar el arco que anuncia la entrada a la comunidad pude comprender la magnitud de la devoción que se le tiene en todo el occidente pues varios camiones entraban al tiempo que otros iban saliendo, eso sin contar los vehículos particulares y taxis que ya estaban ahí.

Todo en la comunidad lleva el nombre del Santo, desde un pequeño puente que permite el ingreso de los coches hasta las tiendas de recuerdos; gran cantidad de estacionamientos se ofrecen para que los peregrinos dejen sus vehículos y puedan continuar a pie. Luego de caminar por una pequeña calle que va de subida se llega al camino donde, si se toma a mano izquierda se dirige uno al Templo de “La Mesita” y a la Calzada de los Mártires; hacia la derecha se encuentra el nuevo santuario en honor al Padre Toribio y también el Museo de Juan Pablo II.

Al subir para llegar al Templo de la Mesita iba acompañado de muchos peregrinos de quienes escuchaba pláticas sobre diferentes cosas; algunos de ellos traían a sus hijos, ya adolescentes, nacidos en Estados Unidos para conocer al Santo que les dio fuerza para mantenerse allá.

Luego de dar gracias y rezar un Padre Nuestro dentro de La Mesita salí para comenzar a entrevistar migrantes, pero pronto me di cuenta de algo que no había contemplado: Muchos de los visitantes al Santuario de Santo Toribio Romo llegan ahí por lo que actualmente se le llama “turismo religioso”; son personas que luego de haber visitado a la Virgen de San Juan de los Lagos (el segundo santuario más visitado de México, obviamente detrás del de la Virgen de Guadalupe) son llevados a Santa Ana de Guadalupe al museo de S.S. Juan Pablo II, pero que no son devotos de Santo Toribio Romo, muchos de ellos ni siquiera lo han escuchado nombrar. Otros son solo acompañantes y no tienen un fervor marcado hacia él.


Aunque la mayoría de las personas gustosamente aceptaban ayudarme había quienes preferían guardar silencio. Algo muy notorio fue la manera en que algunos reaccionaban cuando decía que era psicólogo o psicoanalista, pues veían con desconfianza que alguien se interesara por su fe desde dicha óptica tal vez creyendo que se les cuestionaría. Incluso uno de los entrevistados llegó a interpelarme si era yo una persona de fe. Lo más notorio de todo fue la manera en que todos ellos hablaban de su fe y de las tradiciones religiosas fuertemente arraigadas desde su infancia.

Luego de haber realizado algunas entrevistas a migrantes me informaron en la oficina del santuario que existía un lugar destinado para colocar los exvotos de la gente, esas imágenes creadas por las personas en donde narran de manera escrita el milagro recibido y que suelen ser acompañados por un gráfico que lo ilustra. Sobra decir que como Santo Toribio Romo es el Santo Patrono de los migrantes (tanto legales como ilegales) algunos de los exvotos se han modernizado incluyendo fotografías digitales e impresiones en computadora, pero otros, continúan siendo elaborados de la manera tradicional con imágenes pintadas a mano, prendas de ropa e incluso trenzas de cabello. La mayor parte de estos exvotos son referentes a intercesiones concedidas para arreglar situaciones migratorias o llegar de manera segura a los Estados Unidos, pero también están los que agradecen por haberlos mantenido vivos luego de sufrir severos accidentes o de haber padecido enfermedades casi mortales.

 

Saliendo de dicho lugar y continuando por un estrecho corredor llega uno a la Calzada de los Mártires, que es una vía que lleva del Templo de La Mesita hacia una pequeña iglesia construida donde estaba la casa de nacimiento de Santo Toribio Romo; a lo largo de este corredor se encuentran los bustos de cada uno de los mártires cristeros canonizados por Juan Pablo II, por último la calzada remata con una estatua de Santo Toribio en cuya base se encuentra una placa con la fecha del nacimiento, martirio y muerte y sus últimas palabras.



Ya para ese momento mi jornada estaba llegando a su final, me encontraba cansado de tanto ir y venir de La Mesita hasta el Santuario entrevistando migrantes y peregrinos; por último y para despedirme fui al Santuario a agradecer a Santo Toribio Romo la oportunidad que me dio para poder iniciar mi investigación y de haber conocido las historias de esfuerzo, sufrimiento y esperanza de tantas personas que accedieron a ayudarme; espero poder volver antes de que termine el año para continuar con las entrevistas.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Amor Erótico e Infidelidad.




Normalmente relacionados, ambos conceptos pertenecen a dimensiones completamente distintas y, por ende, no pueden considerarse vinculados uno con el otro.

Lo inverso del amor es el odio, y a la unión de ambos se contrapone la indiferencia pero nunca la infidelidad; de entrada porque esta es imposible ya que puede haber muchas parejas pero solo una es la importante en ese momento:
No es posible amar psíquicamente a dos seres a la vez. El amor psíquico es un monopolio que no admite la contigüidad sino la sucesión, cosa que desgraciadamente no podemos decir del amor físico; este está sometido a la ley que exige la variación, quiere el cambio, busca lo viejo en lo nuevo y lo nuevo en lo viejo”. Wilhelm Stekel.

El amor erótico fiel (maduro) supone la unión de la fidelidad psíquica y la fidelidad física.
La fidelidad normal tiene dos componentes: el psíquico y el físico. Un hombre puede amar psíquicamente a una mujer y serle infiel físicamente. Se afirma lo mismo de las mujeres. […] En la mujer es mas grave la infidelidad física, y en el hombre la psíquica. Quizá porque la mujer, en el instante de entregarse a un hombre también le pertenece psíquicamente. Las mujeres se dan por entero, los hombres solo en parte. […] el mundo de la mujer es el amor, el amor de los hombres es el mundo”. Wilhelm Stekel.

Por lo tanto el amor erótico supone la capacidad para reconocer al otro como digno objeto de amor y, al mismo tiempo, como sujeto de amor, es decir, al amar uno debe ser amante y amado simultáneamente. El amor erótico, para ser maduro, implica la capacidad para el intercambio y la posibilidad de dar y recibir. Para que esto ocurra fue necesaria la existencia de un acto de amor fundante en donde el bebé tuvo que sentirse amado para posteriormente poder amar. Porque no se puede enseñar a amar, se enseña a ser amado.

De ahí que para amar se tuvo que haber superado esa etapa narcisista en donde uno era el propio objeto de amor total y al mismo tiempo el objeto de amor de los otros: “Cuando la gente esta satisfecha completamente consigo mismo el amor es imposible”. Theodor Reik. Si dicho progreso no se alcanza se vuelve imposible el amor erótico tanto en la posibilidad de darlo como en la posibilidad de recibirlo: “El que ama pierde, por así decirlo, una parte de su narcisismo”; “Se siente uno inferior cuando no se es amado” Sigmund Freud. Esto quiere decir que al amar al otro automáticamente se pierde parte del narcisismo, uno deja de considerarse a si mismo como perfecto para comenzar a conferirle esa condición al otro y, por ende, uno mismo duda de sus cualidades de objeto de amor para el otro: "Amar es haber encontrado un Dios". Wilhelm Stekel.

Sin embargo existe un momento intermedio entre el amor narcisista (a uno mismo) y el amor objetal (donde se reconoce la condición de sujeto independiente en el objeto amado). Dicha fase involucra tomar al objeto de amor como algo que se puede poseer para no compartir: “Los sentimientos primitivos del hombre hacen que éste aspire a poseer por entero los objetos que codicia” Wilhelm Stekel. Ahí es donde aparecen los celos, en parte motivados por la descarga narcisista del yo ante la depositación de líbido en el objeto amado: “El que quiere de verdad debe temer la pérdida del objeto amado, debe dudar de sus cualidades, compararse con posibles rivales que le parecen mas dignos de ser amados que él” Wilhelm Stekel.

El amor erótico infantil quedaría entrampado en un vínculo del siguiente tipo: “Te amo no por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo”. Ese sería el primer discurso amoroso dirigido al otro, aunque su reconocimiento solo estaría en función de la relación con uno mismo.

Podría decirse entonces que amar eróticamente de manera madura implica soportar la falta (la diferencia con el otro y su autonomía), de ahí que la infidelidad sería la manifestación de una búsqueda que aún no ha concluido, porque la pérdida del narcisismo originario aún no se ha aceptado; se pretende entonces que en la nueva conquista se pueda uno reencontrar a si mismo.

Por lo tanto no se cambia de objeto amoroso, se cambia de discurso amoroso porque el objeto es lo que se dice de él; si se le deja de mencionar se apaga, si se nombra resplandece. Cuando dos personas se encuentran lo que se encuentran son dos discursos fantasmatizados, la duración de dicho encuentro dependerá entonces de la subsistencia de sus decires del uno sobre el otro; porque la satisfacción ante otra persona se mide en la “dicha” de su presencia. De ahí que Pablo Neruda lo sintetice magistralmente en su poema XV: “Me gusta cuando callas, porque estas como ausente”, porque entonces no hay posibilidad de contradicción ante el discurso amoroso: el otro es lo que se dice que es. En consecuencia todo lo que se habla del amor acude en ayuda y en desgracia del enamorado, porque es hablado por el otro, para el otro y a través del otro.

Pero el discurso amoroso está determinado también por el contexto amoroso ya que el yo se vincula siempre con un objeto pero de manera situacional; porque lo que aquello a lo que se le llama discurso es una configuración espacio-temporal de sentido. Ya lo decía Claude Levy-Strauss: “El yo es una encrucijada de eventos”, y a partir del narcisismo, el otro sería entonces la posibilidad de proyectar en él las propias formas de haber sido amados.

Recordemos entonces que al principio algunos cuidadores tenían el deseo de la no separación, la fantasía de la fusión eterna a la que el bebé se oponía creyendo que los nuevos objetos lo amarían a él como lo amaron los padres. “Esta alegría erótica de descubrir  se opone a ese complejo de sentimientos llamado ‘fidelidad’. No olvidemos que la fidelidad no es un estado que haya sido dado por naturaleza. Es una hermosa ficción”. Wilhelm Stekel.

En conclusión puede decirse que la infidelidad es uno de los polos del amor erótico infantil o inmaduro; el otro polo serían los celos pero ellos serán abordados en otro artículo.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Afectividad y Religiosidad. Aproximación Psicoanalítica a la Creencia.

Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.




La creencia, en todas sus formas, es un elemento ligado perpetuamente a lo humano. A diferencia de los animales no existen en los seres humanos instintos preestablecidos que rijan completamente sus devenires, de ahí que siempre haga falta algún componente dador de sentido. El mito y la ciencia son los dos polos evolutivos de la creencia, y es por eso que el psicoanálisis no pude dar la espalda a esas producciones colmadas de significaciones para las personas; pero al mismo tiempo tampoco puede permitir que estas sean colocadas en polos separados y aislados ya que son un continuo de la misma finalidad; uno y otro se nutren mutuamente, se complementan. Bruno Bettelheim (2006: 72 y 73) lo demuestra cuando dice:
“Cuando mas segura se siente una persona en el mundo, tanto menos necesitará apoyarse en proyecciones ‘infantiles’ –explicaciones míticas o soluciones de cuentos de hadas para los eternos problemas vitales– y más podrá buscar explicaciones racionales. Cuanto más seguro de sí mismo se siente un hombre, tanto menos le cuesta aceptar una explicación que afirme que su mundo tiene muy poca importancia en el cosmos. […] Por otra parte, cuanto mas inseguro se siente uno de sí mismo y de su lugar en el mundo inmediato, tanto mas se retrotrae, a causa del temor, o se dirige hacia el exterior para conquistar el espacio. Es exactamente lo contrario de explorar sin una seguridad que libere nuestra curiosidad”

2.1 La naturaleza espiritual y religiosa del hombre.
La idea de un ser superior, de una ayuda divina o de un orden universal cognoscible permitirá que las personas se mantengan activas frente a las adversidades de la vida, les dará fuerza y sentido para seguir, de ahí que el hombre tenga la necesidad de creer[1]. “Es preciso creer. […] lo religioso es el sentido que se le quiere dar a la falla del saber”. Jacques Alain Miller en Chorne, D. y Goldenberg, M. Comps. (2006: 48 y 49). Porque es a partir de la creencia que se estimula la fantasía y después el pensamiento.
“Ferenczi sostiene que la identificación, precursora del simbolismo, surge de las tentativas del niño por reencontrar en todos los objetos sus propios órganos y las funciones de éstos. Según Jones, el principio del placer hace posible la ecuación entre dos cosas completamente diferentes por una semejanza de placer o interés. Hace algunos años, escribí un artículo basado en estos conceptos, en el que llegué a la conclusión de que el simbolismo es el fundamento de toda sublimación y de todo talento, ya que es a través de la ecuación simbólica que cosas, actividades e intereses se convierten en tema de fantasías libidinales. Puedo ampliar ahora lo expresado entonces (1923) y afirmar que, junto al interés libidinal, es la angustia que surge en la fase descrita la que pone en marcha el mecanismo de identificación”. Klein, M. (1930: 2 y 3).

Planteado así fantasía y creencia van de la mano. Carlos Domínguez Morano (1998: 100) argumenta que “Todo tipo de fantasía es posible para el que ora”, pero a esto podría esgrimirse que aunque no se ore también existe la posibilidad de fantasear, y aún así de fantasear con el cumplimiento completo del deseo. Pero ¿Por qué tampoco la fantasía se culmina? ¿Por qué se permanece perennemente en la misma trabazón? ¿Qué poder coarta el cumplimiento alucinatorio del deseo? Sigmund Freud en la 22ª conferencia respondió a esto de la siguiente manera: “El conflicto es engendrado por la frustración; […] Para que la frustración exterior tenga efectos patógenos es preciso que se le sume la frustración interior. Frustración externa e interna se refieren, desde luego, a diversos caminos y objetos”. Es decir que el deseo se origina en el conflicto –empatado en lo interno y lo externo– y de este parten las fantasías y por ende las creencias.

Creer en una entidad superior a nosotros es delegar en ella un poco de nuestro narcisismo y omnipotencia para después reconocer que se puede influir sobre esta: “Por consiguiente, la transición de la magia a la religión se habría producido a través de una frase que podría expresarse en la fórmula ‘Se hará mi voluntad, con tu ayuda’”. Reik, T. (1967: 117)

Pero también es ceder a la necesidad de darse explicaciones acerca de su reducido poder sobre el mundo y su desvalimiento ante los elementos: “El hombre primitivo ha combatido el miedo al ambiente con ayuda de su naciente intelecto. […] Ha intentado prevenirse contra el miedo frente a lo inexplicable esencial con la imaginación mítica  Diel, P. (1959: 33). Esta es justamente la evolución de la fantasía, desde la creencia esperanzadora hasta el pensamiento científico y explicativo, pero también da cuenta de la insuficiencia intelectual ante la angustia del desvalimiento frente a la vida: “Lo religioso hoy en día se sitúa más allá de los límites de lo que se puede demostrar. […] El triunfo de la religión explota el hecho de que la ciencia se ve obligada a confesar que el Otro de la ciencia no existe”. Jacques Alain Miller en Chorne, D. y Goldenberg, M. Comps. (2006: 49 y 50).

Tomando en cuenta lo anterior el hombre –para evitar caer en la angustia– se vio obligado a disociarse a si mismo y al mundo en una realidad externa y una realidad interna. La primera fue depositada en la ciencia y la segunda en la religión. La ciencia se ocupó de las regularidades del universo físico y eterno mientras que la religión propuso un intento de ilusión acerca de lo profundo y personal, tratando de infundir a los seres humanos el mismo carácter trascendental e inmortal; o sea que simultáneamente la religión promovió la creación de un Dios omnipotente ajeno a cada persona pero también concibió a cada ser humano como un Dios para si mismo. Esta vicisitud no fue inmediata sino evolutiva y, en el caso de la religión católica, está significada por la división entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
“El Cristianismo nace siguiendo la huellas de un hombre, Jesús de Nazareth, que ha adquirido un puesto de relieve en la conciencia universal por haber sacado a Dios del Templo y de la casta sacerdotal y haberlo trasplantado en el corazón de la humanidad”. De Paoli, L. (2010:  108).

Por haberse dividido así los dominios de la ciencia y la religión los grandes sistemas de la psicología dejaron de lado el hecho religioso y la experiencia espiritual. Sin embargo el psicoanálisis evitó quedar al margen de él (S. Freud, O. Pfister, T. Reik, E. Fromm, V. Frankl, F. Dolto, P. Diel. J. Lacan…). El psicoanálisis coloca a la religión en la encrucijada entre la vivencia inconsciente, el hecho cultural y el efecto del discurso por medio del cual dan y se dan cuenta de él. Colocado al nivel de otras manifestaciones discursivas podría decirse que
“El psicoanálisis no sabe si Dios existe o no, sino tan sólo interroga, a quien afirma o niega su existencia, sobre el significado oculto que esa afirmación o negación posee en su dinámica personal. Todavía expresado de otro modo: el psicoanálisis no ‘sabe’ lo que acaece en la experiencia de fe o de increencia. Tan sólo se aventura a interpretar la intervención que en esa experiencia pueden tener las estrategias del deseo inconsciente. Esa fe siempre comportará elementos de la propia historia que permanecerán ocultos por siempre a la propia mirada consciente de quien la profesa. […] El psicoanálisis, en realidad, no sabe más que de la cuestión del inconsciente, que es la que delimita y configura su campo de saber. […] los mecanismos inconscientes de fondo pueden, paradójicamente, ser idénticos en un caso u otro. Nada escapa a esta grave cuestión psicoanalítica, porque nada humano escapa a la cuestión del inconsciente, que es, repito, la única que el psicoanálisis nos plantea”. Domínguez Morano, C. (2006: 10 y 17)

Esta clase de aproximación psicoanalítica de la religión es permitida ya que ambos se colocan dentro del dominio de lo interno, no es que sean equiparables ni homologables, sino que ambos autorizan la presencia de la subjetividad y creen en ella como fundamento del desarrollo personal.
“Psicoanálisis y religión se sostendrían tan solo en la creencia, en el hecho de que tanto la una como el otro caen fuera del campo de la ciencia propiamente dicho. Esto supone, en efecto, que la diferencia entre creer y saber se encuentra establecida en los espíritus”. ”. Jacques Alain Miller en Chorne, D. y Goldenberg, M. Comps. (2006: 48 y 49).

2.2 Religión y divinidad.
En la más tierna infancia aparecen los primeros cuidados por parte de los progenitores, ante la ausencia o insuficiencia de estos surgen fantasías de desprotección que llevan aparejadas un temor al medio ambiente. El niño se siente desvalido y a merced de todo aquello que no reconoce como familiar, al contrario, se siente seguro en las situaciones conocidas o bajo el amparo de sus cuidadores. Para él ser amado es ser protegido.

Su sensación de protección se basa en la creencia de la omnipotencia de los padres. Conforme va creciendo y desarrollándose descubre debilidades en sus cuidadores, esto le hace dejar de idealizarlos y poco a poco los percibe de manera más realista; sin embargo esto, aunque sea un signo de madurez, va en detrimento de su sensación de seguridad lo que provoca en él la necesidad de buscar otras figuras de resguardo.

Los padres, a su vez, van reconociendo sus propias carencias y los efectos producidos por la falta de confianza del niño en ellos. Esto promueve que también los padres busquen figuras que los reemplacen como guardianes y provoquen en el infante la necesidad de refrenarse y obedecer, aunque sean basados en el temor.

La idea de entidades sobrenaturales –entre ellas Dios, el demonio y los santos– es la opción que permite solventar ambas necesidades (tanto infantiles como parentales). “Los temores irreales requieren esperanzas irreales” Bettelheim, B. (2006: 184).

Podría decirse entonces que el sentimiento religioso tiene sus bases en la vida infantil.
“La Religión tiene su origen en el Eros, principio de felicidad y de Unión. […] En la alegría y la confianza, nace la experiencia de la bondad del universo y, en este sentido, se ha podido hablar de una religiosidad natural del niño”. Vergote, A. (1969: 191)

Desde este punto de vista la religión es maternal porque “Es preciso que el hombre haya gozado de la experiencia de la seguridad, de la dicha y de la integridad originarias” Vergote, A. (1969: 216) pero al mismo tiempo es paternal debido a que
“el padre despierta en el hombre la representación de Dios […] Se intuye a Dios a través del padre real, pero también se lo intuye a través de la imagen del padre en él en virtud del complejo de Edipo. […] La paternidad de Dios debe, por lo tanto, tener un polo correspondiente, la relación dialéctica con la figura maternal”. Vergote, A. (1969: 231 y 255)  
La imagen divina se revelaría entonces como la síntesis compleja de ambas figuras parentales.

Este modo de pensamiento infantil es también propio de las sociedades primitivas. Al analizar la evolución de las creencias puede notarse entonces la existencia de estadios intermedios entre la magia y la religión.
“La magia supone una actitud de compulsión y coerción; la religión una actitud de dependencia y humildad. […] La primera actitud está expresada en las palabras ‘se hará mi voluntad’; la segunda en la frase ‘se hará tu voluntad’. […] “En la magia el hombre es dueño de su destino; en la religión se ha subordinado a Dios y le confía su destino”. Reik, T. (1967: 115 y 116).

A partir de lo anterior podría suponerse que cualquier modalidad de la creencia equivaldría a una neurosis, sin embargo esto dista mucho de ser cierto. Creer es una propiedad del psiquismo de los seres humanos: se cree porque se espera, y se espera porque se anhela la llegada de un objeto satisfactor que ya se tuvo antes (primer vivencia de satisfacción). La creencia dentro de la religión está fundamentada en la necesidad de sentirnos salvados.

Pero esto implica que la salvación vendrá por parte de otro, sensación que ya había vivido antes: “Se necesita creer, durante algún tiempo, en la magia para compensar la privación a la que, prematuramente, ha estado expuesta una persona en su infancia debido a la violencia de la realidad que lo ha constreñido”. Bettelheim, B. (2006: 71)

Sin embargo para Freud, a lo largo de sus textos dedicados a lo religioso, la noción de Dios es la idea de un padre todopoderoso y, la religión, sería un simple consuelo ante las amenazas del medio ambiente; consuelo que únicamente lograría mantener una fijación infantil en los seres humanos esperanzados en un mejor lugar después de la muerte, paliativo para lograr sobrellevar las vicisitudes de la vida terrenal. En resumen:
“1) Dios es invención del hombre, lo cual refiere a la proyección que en éste se hace de las representaciones inconscientes del Padre omnipotente de la infancia. 2) El origen de la actitud religiosa se remonta a la vivencia del desamparo del niño, de aquí nace la función del consuelo y protección de la religión, que es deseo e ilusión. 3) La imagen de dios emerge exclusivamente de la relación del niño con su padre, ésta es la heredera del conflicto edípico, con sus consecuentes renuncias instintivas”. Seminario Mayor. Diócesis de San Juan de los Lagos (sin fecha: párrafo 1).

El problema de esta lectura freudiana radica en dos elementos: 1) Establece que la devoción religiosa es causada por un sentimiento colectivo de culpabilidad generado en la matanza del padre originario y que, por lo tanto, promueve una necesidad de castigo, represión y renuncia a los deseos; y 2) Está basada en la concepción de un Dios vengador y autoritario propio del Antiguo Testamento.

Contrario a dicha concepción Oskar Pfister postula, en su correspondencia con Freud (1966), que la religión no pude equipararse a una compulsión obsesiva por la simple presencia de los ritos apaciguadores y carentes de sentido, sino que la religión vista como neurosis no es la esencia de la religión sino un estadio previo de esta; en cambio en las religiones mas desarrolladas (cristianismo, budismo…) lo que se busca es la liberación de las coerciones y se critica la aceptación pasiva de cualquier principio o condición, eliminando así su carácter obsesivo.

Françoise Dolto (1978), siguiendo ese camino, plantea la idea de un Dios de características menos calamitosas y más cercano al Nuevo Testamento. En lugar de tomar a Dios-Padre como eje de sus disertaciones toma a Dios-Hijo y sobre él elabora una lectura diferente –menos neurótica– de de su relación con los hombres. Para ella Jesús enseña el deseo e impulsa a él, no de manera directa sino sublimada; incluso va mas allá al agregar que el mensaje Cristiano está en total concordancia con los descubrimientos freudianos acerca del inconsciente.

En esta misma línea se ubica Carlos Domínguez Morano (2006: 204) quien afirma que “la experiencia religiosa difícilmente puede surgir donde no se han dado, como condición previa, experiencias fundantes de amor, de protección, de contacto y comunicación que nos hacen sentirnos previamente deseados, amados y protegidos por otros”. A este respecto el Nuevo Testamento es fiel representante: “Nosotros nos amamos porque Dios nos amó primero” 1ª carta de Juan 4:19 (La Biblia con Deuterocanónicos. Versión Popular); y “Pidan y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta y se les abrirá. Porque el que pide recibe, y el que busca encuentra; y al que llama a la puerta se le abre” Mateo 7: 7-8 (La Biblia con Deuterocanónicos. Versión Popular).

En conjunto con lo anterior se debe destacar que la religión posee dos aristas, una individual y otra cultural. La primera ha sido explicitada ya en los párrafos anteriores y se encuentra vinculada evidentemente con la experiencia íntima e infantil de cada persona en cuanto a la sensación de ser amados y protegidos. La segunda tiene que ver con el alejamiento de esa experiencia particular, con el descentramiento del sentido propio y la caída en el ceremonial impersonal e impuesto. Aquí radica la esencia de la religión como neurotizante y que se refiere es solo aquel aspecto de esta que promueve la alienación del individuo ya sea convirtiéndose en ideología o superstición. En el primer caso es utilizada por los grupos de poder para evitar la libertad del individuo basándose en un juicio de autoridad que permite solo creer en lo que ellos dicen.
“Las palabras y los conceptos que se refieren a fenómenos vinculados con la experiencia psíquica y mental se desarrollan y crecen –o se deterioran– con la persona cuya a experiencia se refieren. Cambian a medida que ella cambia. Tienen una vida, como ella tiene una vida. […] Si el concepto resulta alienado – es decir, separado de la experiencia a la que se refiere – pierde su realidad y se transforma en un artefacto de la mente del hombre. […] La idea que expresaba una experiencia se ha transformado en una ideología, que usurpa el lugar de la realidad subyacente que está en el interior del ser humano viviente. […] Además este proceso es ayudado por el hecho de que, apenas el sistema de pensamiento se convierte en el núcleo de una organización, surge una burocracia que, con el fin de retener el poder y el control,  procura hacer resaltar mas las diferencias que lo que se comparte”. Fromm, E. (1967: 22, 23, 26).

Confirmando lo anterior Jacques Alain Miller en Chorne, D. y Goldenberg, M. Comps. (2006: 46) agregará que “No todas las religiones se valen de la verdad […] sino de la ley, es decir, de lo que ha sido ordenado, de modo que se basa en la obediencia”.

En el otro caso, la superstición, la vía de coacción es el temor y la disolución del sentido de unidad promovido por una creencia estable y coherente.
“El error fundamental de la religión, por el cual se transforma en superstición, es el de no acentuar la significación profunda del símbolo supremo. Dios-Espiritu-Personal es verídico concebido como simbolismo, como imagen comparativa. […] Dicho de otro modo: el sentido del símbolo ‘Dios-Espíritu’ es la confianza en una regularidad legal del mundo y de la vida” Diel, P. (1959: 39)

Ambos extremos apuntan a la borradura de la experiencia individual en cuanto a lo religioso, la ideología porque impone la experiencia y la superstición porque la destruye al evitar las regularidades de la misma.





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[1] Nótese que se utiliza la palabra “necesidad” y no “deseo” de creer. El hombre necesita creer, pero lo que desea es un objeto en el cual colocar esa creencia.

martes, 1 de octubre de 2013

La Pareja. Historia y Crítica de un Concepto.

Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.

“Nunca te cases por dinero, cualquier banco de dará un préstamo mas barato”.
Proverbio Noruego.

“Quiero que seas para mi: mi amiga, mi esposa y mi amante”.
Rigo Tovar.

“El divorcio probablemente se remonta a la misma época que el matrimonio. Yo creo, sin embargo, que el matrimonio es algunas semanas más antiguo”.
Voltaire.



El concepto de pareja ha variado mucho a lo largo del tiempo, no tanto en su composición, sino en su conformación. La pareja consiste siempre en dos personas, pero la forma en que ambas llegan a unirse es la que ha sufrido modificaciones; estas dependen de la forma en que se mezclan las dos fuerzas que mas influyen en ellas: el polo pulsional y el polo institucional-social. “ambos nivles, el institucional y el pulsiona, participan en la elección, el mantenimiento de la pareja, así como en la determinación de su ruptura cuando esto llega a suceder” Campuzano, M. (2011: 18).

Desde el punto de vista pulsional hace falta referirnos al mito de la “horda primordial” cuya consecuencia principal, en términos de la formación de la pareja, es la ley de la exogamia en donde se favorece la búsqueda de una pareja fuera del mismo grupo de pertenencia.

En contraposición, los aspectos institucionales están ligados a los múltiples niveles de los períodos históricos, dentro de los cuales podemos ubicar un tipo de sociedad, ideología y cultura predominantes.

Aún cuando ambos polos pueden entrar en conflicto también es posible que se anclen el uno en el otro potenciándose mutuamente; como ejemplo de lo primero está la división entre el amor-pasión, propio de los amantes, y el amor-reserva, propio del matrimonio. Como ejemplo de lo segundo encontramos los matrimonios arreglados con la finalidad de obtener beneficios políticos, económicos o sociales favoreciendo así el intercambio entre diversos grupos sociales (diferentes en cuanto a geografía pero similares en cuanto a condiciones socioeconómicas).

  
Considerando que ambos polos tienden al conflicto también es menester entender las soluciones intentadas como formaciones sintomáticas o de compromiso, quedando siempre a medio camino entre el cumplimiento del deseo y el cumplimiento de la prohibición.

Desde el punto de vista de la moral cristiana el matrimonio surgió como el síntoma adecuado, ya que al mismo tiempo que regulaba la genitalidad y el incesto, ordenada la alianza de linajes; todo esto mientras cumplía simultáneamente el deseo de las familias (no del individuo). “En esos casos persisten modalidades sociales derivadas de la Edad Media, donde el hombre existía como un simple integrante de alguna colectividad (iglesia, feudo, gremio, ejército o familia) sometido siempre a una autoridad indiscutible. El matrimonio (siempre como unión legal, jurídica o religiosa) mantiene en esos sectores, por consecuencia, un sentido semejante: una alianza de linajes que representan la unión de intereses de dos grupos familiares. La pasión sexual, la individualidad y la subjetividad tienen ahí nulo o mínimo espacio”. Campuzano, M. (2011: 25)

La evolución obvia (obedeciendo a la lógica de los opuestos) de este tipo de parejas fue el “amor cortés”; este se basaba en los puntos contrarios: se aseguraba mediante la intimidad y la discreción y no por la divulgación o demostración pública, su intención era la elección libre y no la imposición. En este tipo de vínculos se cumplía el deseo individual pero al mismo tiempo se efectuaba la prohibición al imponerse un ritual de cortejo donde debían demostrarse ciertas habilidades.

Con el surgimiento de la burguesía se fue desarrollando una ideología de libertad, cada vez menos apegado al fatalismo cristiano; así mismo el aprendizaje de un oficio y la producción basada en la ley de la oferta y la demanda generaron un clima de innovación que dio lugar a la subjetividad. “Cuando la revolución burguesa es ya un hecho público e irreversible, introduce el concepto de la sociedad como un conjunto de productores libres y, por consecuencia se produce la noción de competencia y de libre albedrío” Campuzano, M. (2011: 29). Esto quiere decir que la competencia por las mujeres ya no se basaba en las habilidades desplegadas en un marco identificable (justas, torneos o bailes en los castillos) sino que podían darse en cualquier momento del tiempo y el espacio.

Aunque esta última modalidad es la más cercana a nuestros tiempos no por ello deja de estar signada por el conflicto y su resolución sintomática. En este caso el deseo, aunque individual, está signado por la generación venidera a la cual se le cederán los logros obtenidos; de este modo se superan los viejos matrimonios arreglados para beneficio de las familias, pero se ingresa al matrimonio que debe luchar por la generación subsiguiente; aunque mas avanzado sigue sin haber lugar para el narcisismo.

La etapa mas actual sería el período posmoderno en cuyo seno se gesta la sociedad capitalista, y a partir del cual nace la ideología del consumo y la cultura de la demanda.

Este tiene como característica principal la búsqueda de la felicidad propia, con la pareja, sin la pareja o a pesar de la pareja. “La pareja moderna sufre un deslizamiento de lo público a lo privado. La unión es determinada por los cónyuges mismos en función de lazos amorosos y sexuales. Se sustituye la propiedad por el sentimiento. Y, consecuentemente, si el amor es lo que une a la pareja, ésta se disuelve cuando el amor desaparece. Es decir, la modernización de la vida familiar ha dado lugar a lazos mas inestables y a la necesidad de la figura jurídica del divorcio”. Campuzano, M. (2011: 33).

La experimentación, incluso con varias parejas simultáneas, se vuelve la base para la negación del vínculo matrimonial, se le posterga hasta que cada quien ha satisfecho sus propios deseos individuales o se le adelanta presuponiendo que así se estará libre de la familia de origen para cumplir sus propios anhelos. “Actualmente, la sociedad mexicana se ha vuelto mas permisiva con los adolescentes, desde temprana edad pueden tener relación con sus pares del sexo opuesto. […] con estos cambios los adolescentes pronto llegan a la encrucijada de experimentar con la vida de pareja. […] el problema con este cambio prematuro es que muchas veces existe una pseudomaduración en uno de los miembros de la pareja, lo cual les permite empezar a tener una pseudovida de pareja, con falta de desarrollo de las capacidades psicológicas, lo que dificulta la independencia y el verdadero crecimiento psicológico autónomo cuando optan por casarse”. Velasco Alba, F. (2004: 3).

Junto con lo anterior existen nuevas formas de movilidad y sustentabilidad que inciden en los vínculos y las transformaciones de la pareja. Por paradójico que parezca las relaciones de pareja pueden mantenerse a pesar de la distancia, la dificultad aparece cuando se da el reencuentro, que es el momento donde la cercanía física se vuelve problemática al haber estado mucho tiempo ausente de ella.

En el polo opuesto se puede encontrar un tipo de vínculo “light” o “líquido” en donde las relaciones son tratadas solo a manera de conexiones. El modelo contemporáneo de vínculo se asemeja mas a una red social que una relación verdadera. En la red la “conexión” y “desconexión” son opciones igualmente legítimas y valederas. De este modo las relaciones virtuales, en oposición a las relaciones a la “antigua”, son de fácil entrada y salida; justo antes de que se vuelvan indeseables pueden ser disueltas. “Cuando la calidad no nos da sostén, tendemos a buscar remedio en la calidad” Bauman, Z. (2005: 13)


Bauman, Z. (2005). Amor Líquido. Acerca de la Fragilidad de los Vínculos Humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Campuzano, M. (2011). Evolución Histórica de la Pareja. En: La Pareja Humana: Su Psicología, Sus Conflictos, Su Tratamiento. México: Plaza y Valdéz. Pp.17-63.
Velasco Alba, F. (2004). La Pareja Tradicional en México y sus Cambios. En Parejas en Conflicto, Conflictos en Pareja. México: Editores de Textos Mexicanos.


sábado, 28 de septiembre de 2013

El Psicoanálisis como Teoría de Sistemas

Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.


“El problema con la familia es que los hijos abandonan un día la infancia, pero los padres nunca dejan la paternidad”.
Osho

“El psicoanálisis crece como un rompecabezas: únicamente al final se comprende su sentido total. […] Los descubrimientos en psicoanálisis no tienen lugar por azar sino por sorpresa”.
Ariel Arango.


El psicoanálisis es la primer teoría de sistemas utilizada para explicar el psiquismo. Su novedosa concepción de aparato psíquico es básicamente una aproximación sistémica aunque no haya tenido dicho calificativo.

La teoría psicoanalítica presenta diversas explicaciones, basadas todas en los conceptos fundamentales de inconsciente, represión, Edipo y castración; sin embargo las diversas escuelas existentes han ido realizando modificaciones y agregados a las concepciones originales.

Desde la perspectiva freudiana, la noción ficcional de aparato psíquico coloca al psiquismo como compuesto por partes, elementos o regiones que están en constante interacción, y que, utilizando cierta cantidad de energía, promueven un funcionamiento tendiente a la autorregulación al mantener en el mínimo la tensión existente (principio de placer-displacer).

Posteriormente Melanie Klein y la escuela inglesa popularizaron la noción de relaciones objetales entendiendo estas como objetos internos que estaban en constante interacción y dinámica basadas en las posiciones esquizo-paranoides y depresivo-reparatorias.

Hasta aquí es fácil reconocer como los diversos elementos inconscientes y su interacción conforman una dinámica sistémica; sin embargo se debe recordar que existen ciertas diferencias producto de los objetos de estudio de ambas teorías: el psicoanálisis trabaja, por excelencia, con el inconsciente; mientras que las teorías sistémicas lo hacen con las interacciones.

En función de ello el siguiente cuadro comparativo expondrá las relaciones fundamentales entre ambas:


Variables.
Psicoanálisis
Teoría de Sistemas
Escisión planteada.
Inconsciente vs. Preconsciente-conciente
Comunicación digital y comunicación analógica
Objeto de estudio.
Los procesos inconscientes.
Los procesos interaccionales.
Principios explicativos.
Principio de placer-realidad.
Proceso primario-secundario.
Axiomas de la comunicación.
Teoría de los tipos lógicos.
Estructuras de base a analizar.
Neurosis, psicosis perversión.
Tipos de familia y etapas del ciclo vital.
Modos de funcionamiento.
Disminución de la tensión.
Compulsión a la repetición.
Homeostasis.
Isomorfismo.
Mecanismos de funcionamiento.
Transferencia, Identificación proyectiva e introyectiva.
Retroalimentación positiva y negativa.
Modalidades de interacción.
Relaciones objetales.
Ello, yo, superyo, realidad.
Relaciones interpersonales.


Referencias.

Freud, S. (1997). Sobre los Dos Principios del Acaecer Psíquico. (Vol. XII) (Trad. de J. Strachey). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo originalmente publicado en 1911).
-------- (1997). Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la Libido. (Vol. XVIII) (Trad. de J. Strachey). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo originalmente publicado en 1923 [1922]).
Minuchin, S. Fishman, H.C. Técnicas de Terapia Familiar. España: Paidós.


miércoles, 5 de junio de 2013

La Actividad de Representación desde el Narcisismo y la Socialización



Mtro. Rodolfo Zermeño Torres.

Comenta Piera Aulagnier (1997: 23 y 24) “Por actividad de representación entendemos el equivalente psíquico al trabajo de metabolización característico de la actividad orgánica. Este último puede definirse como la función mediante la cual se rechaza un elemento heterogéneo respecto de la estructura celular o, inversamente, de lo transforma en un material que se convierte en homogéneo a el. […] el término ‘elemento’ engloba aquí a dos conjuntos de objetos: aquellos cuyo aporte es necesario para el funcionamiento del sistema y aquellos cuya presencia se impone a este último, el cual se encuentra ante la imposibilidad de ignorar la acción de aquel que se manifiesta en su propio campo”. Esto implicaría que hay representaciones que se generan desde el individuo y representaciones que le son impuestas.

Ambos tipos de representaciones tendrían una relación muy particular con las pulsiones de vida y muerte desde el punto de vista del narcisismo y la socialización. En este ensayo se pretenderá demostrar como las representaciones impuestas desde afuera (violencia primaria o secundaria) van marcando el psiquismo para amoldarlo a las exigencias culturales, imponiendo una adaptación y prolongando la vida, es decir que estaría del lado de la pulsión de vida; pero, por otro lado, las representaciones propias autoengendradas (fantasías originarias con las que todos nacemos) constituirían la base de la subjetividad y estarían inclinadas hacia la pulsión de muerte. Todo esto exigiría un giro a las concepciones clásicas de pulsión de vida y muerte, entendiendo la primera como adaptación y manifestación del deseo del otro, y la segunda como subjetividad y manifestación del deseo individual.


La pulsión de vida y la cultura ante la pulsión de muerte y la subjetividad.

El origen del sujeto está en el deseo, pero este deseo lo precede ya que sus padres lo anteceden y a estos los antecede la cultura. Es ahí donde aparece la escisión original del sujeto: donde debe dividirse en un sujeto de, y, para la cultura y un sujeto del inconsciente. Ambas sujeciones tienden a la perpetuación pero con objetivos y alcances opuestos ya que mientras la cultura se conserve el deseo individual se atenúa.

Desde este punto de vista la pulsión de muerte es la salvaguarda del sujeto psíquico pues promueve en él el cumplimiento de su deseo único e individual: la tendencia a la muerte, anulando de esa manera la propensión a la perpetuación de la especie (no de la vida)[1] propia de la cultura. Es decir que la pulsión de vida estaría al servicio de la cultura y la pulsión de muerte al servicio del inconsciente: “La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo. […]En algún momento se suscitaron en la materia inanimada las propiedades de la vida. […] La tensión así generada en el material hasta entonces inanimado pugnó después por nivelarse; así nació la primera pulsión, la de regresar a lo inanimado. […]Acaso son estos rodeos para llegar a la muerte, retenidos fielmente por las pulsiones conservadoras, los que hoy nos ofrecen el cuadro de los fenómenos vitales. […] las pulsiones de autoconservación, de poder y de ser reconocido, caen por tierra; son pulsiones parciales destinadas a asegurar el camino hacia la muerte peculiar del organismo y a alejar otras posibilidades de regreso a lo inorgánico que no sean las inmanentes. […] el organismo sólo quiere morir a su manera, también estos guardianes de la vida fueron originariamente alabarderos de la muerte”. Freud, S (1997b)

Sin embargo el fallecimiento es solo uno de los caminos de la pulsión de muerte. Si la pulsión de muerte fuera entendida singularmente como el retorno a lo inorgánico se estaría de acuerdo que el fin de la vida es el único camino posible, pero si se le entiende como lo opuesto a la pulsión de vida, y por ende opuesto a la cultura, entonces la subjetividad sería otro de sus senderos. Esto podría entenderse mejor desde la perspectiva de Silvia Bleichmar (1987, 1992, 2006) que distingue al sujeto de la ética (propia del deseo inconsciente) del sujeto disciplinado (propio del sujeto de la cultura).

Continuando con esta lógica podría mencionarse que el conflicto entre la pulsión de vida y muerte, y por ende entre la cultura y la subjetividad, tiene muchas formas de resolverse. La principal sería la tendencia a la repetición en donde se busca perpetuar lo acontecido anteriormente, sin embargo existen también otros caminos: “Freud postula que la represión funda la diferencia entre los sistemas inconsciente y preconsciente-consciente, y que antes de esto son los otros destinos pulsionales –el retorno sobre la persona propia y la transformación en lo contrario– los que pueden actuar como defensa. La represión originaria, era, por otra parte, en esta formulación freudiana, la condición de transformación de placer en displacer en relación con la pulsión, porque la posibilidad de ejercicio del placer en un sistema se convertía en displacer en el otro sistema. […] si la teoría de la represión es la piedra angular sobre la que reposa en psicoanálisis la teoría de las neurosis, lo es a partir de marcar su correlación con el concepto de inconsciente y, por ende, de sujeto escindido, es decir, de sujeto en conflicto”. Bleichmar, S. (1999: 20). La represión originaria estaría en la base de la constitución del sujeto del inconsciente, pues es ella quien promueve la división fundamental que ahora se sitúa en otro eje: placer-displacer.

Es decir que el sujeto del inconsciente se constituye a través de la represión originaria porque este placer tan individual no dejaría lugar al placer cultural, poniendo de esa manera en riesgo la continuidad del grupo o familia. La represión operaría “cuando la satisfacción de una pulsión (susceptible de procurar por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias”. Freud, S. (1997a)

Sin embargo no todas las soluciones al conflicto deben repetirlo, suprimirlo o contrarrestarlo, la sublimación permite la emergencia de la subjetividad socialmente aceptable y constructiva, favoreciendo de esa manera una canalización adecuada de los propios deseos y pulsiones, un recorrido que permitiría, desde el narcisismo, el acceso al placer individual sin poner en riesgo a la cultura.

Pero también desde la arista cultural existe un mecanismo similar: las festividades y vacaciones, en donde las exigencias culturales son temporalmente desactivadas y promovidos el deseo y satisfacción individual, todo esto mediante la regresión. “Cuanto mayor es la demanda del proceso sociocultural tanto mayor la defensa regresiva. […] en las fiestas individuales, que generalmente sirven al propósito regresivo de negar un contenido persecutorio o doloroso, también impera un factor temporal: deben durar un plazo mas o menos breve, habitualmente un día (cumpleaños, aniversarios diversos, etc.) y contener un significado adaptativo. Por ello la fiesta requiere un pretexto, es decir se hace para festejar ‘un acontecimiento’ que oculta una reacción dolorosa de aniversario que es el elemento específico negado para configurar la adaptación que representa la regresión transitoria”. Rascovsky, A. (1975: 124 y 127). Esto sin embargo estaría imbricado en tradiciones culturales que serían formas de compulsión a la repetición.

Visto así, la acción de la madre sobre el incipiente psiquismo infantil, facilitaría el desarrollo de las vicisitudes de la pulsión de vida y pulsión de muerte. En el caso de la primera favorecería la adaptación a la cultura y al estatus quo reinante; en el segundo caso posibilitaría el desarrollo del propio deseo y la apertura de senderos alternativos para el deseo personal: “La función materna ocupa un lugar princeps en su doble carácter: en tanto es capaz de generar un plus de placer que no se reduce a lo autoconservativo mediante los procesos de pulsación que dan origen a las inscripciones de los objetos originarios, y en sus aspectos ligadores, de apertura de los sistemas deseantes a partir de nuevas vías de placer que no quedan reducidas ni fijadas a la satisfacción pulsional más inmediata” Bleichmar, S. (1992: 11).

De este modo la realidad estaría equiparada con lo social, entendiendo que esto no garantiza una realidad objetiva sino una realidad socializada; se nos enseña a percibir y pensar ciertas cosas. Visto así la represión caería sobre la subjetividad no sobre la realidad cultural supuestamente objetiva (porque esta es validada socialmente) ya que la subjetividad (en forma de fantasías) llenaría los huecos de la realidad. Desde esta perspectiva las cadenas significantes comenzarían a formarse en el momento en que se confrontan el deseo socializado (deseo del otro) y la subjetividad (deseo propio). “‘El inconsciente está afuera’ también puede entenderse […] en el sentido en el cual el inconsciente designa una zona de la realidad objetiva que no se ha constituido por completo, y que solo existe como un exceso por encima de si mismo. […] la represión llena los huecos de la realidad objetiva. […] las distorsiones subjetivas no son distorsiones de algo que existe objetivamente de otra manera, son distorsiones en el espacio de algo que no es” Zupancic, A. (2013: 37 y 38). Si los significantes que privan son los culturales el sujeto pasa a borrarse, pero si los que dominan son los subjetivos se da lugar a la creatividad, pero un exceso de estos últimos promovería una caída en la psicosis.


Referencias.

Bleichmar, S. (1987). En Los Orígenes del Sujeto Psíquico. Buenos Aires: Amorrortu.
-------- (1992). Fundación de lo Inconsciente, La. Buenos Aires: Amorrortu.
-------- (1999). En los Orígenes del Sujeto Psíquico. Del Mito a la Historia. Buenos Aires: Amorrortu.
-------- (2006). Construcción del Sujeto Ético, La. Clase #1. Fecha de edición: 10 de abril de 2006. Fecha de revisión: 31 de mayo de 2013. disponible en: http://www.silviableichmar.com/framesilvia.htm
------- (2011). Construcción del Sujeto Ético, La. Buenos Aires: Paidós.
Caruso, I. (2006). Narcisismo y Socioalización. Fundamentos Psicogenéticos de la Conducta Social. (8va edición en español). México: Siglo XXI.
Dolto, F. (1991). Causa de los Niños, La. México: Paidós.
Freud, S. (1997a). Represión, La.  (Vol. XIV) (Trad. de J. Strachey). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo originalmente publicado en 1915).
------- (1997b). Más Allá del Principio del Placer. (Vol. XVIII) (Trad. de J. Strachey). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo originalmente publicado en 1920).
Rascovsky, A. (1975). Matanza de los Hijos y Otros Ensayos, La. Buenos Aires: Kagierman.
Rodulfo, R. (1989). Niño y el Significante, El. Un Estudio sobre las Funciones del Jugar en la Constitución Temprana. Buenos Aires: Paidós.
Zupancic, A. (2013). ¿Por qué el Psicoanálisis? Cuatro Intervenciones. México: Paradiso.


[1] Es importante puntualizar que es diferente perpetuar la especie que la vida. Perpetuar la especie es eternizar a cultura, en cambio perpetuar la vida es dejar un legado personal.